Comprensión Lectora Prueba Modelo DEMRE 2022

Cuestionario Comprensión Lectora Prueba Modelo DEMRE 2022

Preguntas: 65

Compresión Lectora
Provenientes de los Medios Masivos De Comunicación

Artículo escrito por Josefina Strahovsky, publicado en revistamujer.cl el 7 de agosto del 2016.

La nueva vida lenta

1. «Vivir sin champú, reutilizando cada ingrediente del refrigerador o simplemente no comprando ninguna prenda nueva. Una cada vez más popular perspectiva se está apoderando del movimiento slow (lento), llevando a más personas a vivir una vida consciente donde más que ‘reciclar’ se apuesta a vivir sin generar residuos. ¿Se puede? Según los convencidos, no es tan difícil como parece.

2. Que nada se pierde, todo se transforma. Lamentablemente este principio ―uno de los conceptos clave de la Ley de la Conservación de la Materia― parece no aplicar en la actual sociedad de consumo. Hoy todo lo que se produce y utiliza tiene un destino cuyo impacto muchos deciden ignorar, pero que definitivamente está generando innegables consecuencias negativas tanto en el medioambiente como en la calidad de vida. Y nada se transforma si es que no hay alguien que se haga cargo. Esa es la premisa detrás de los cada vez más masivos movimientos sociales de personas que deciden hacerse responsables del destino no solo de los productos que consumen, sino también de las decisiones alimentarias que toman, asumiendo que pequeñas acciones sí pueden hacer una diferencia y aminorar las consecuencias que tiene el actual estilo de vida hiperconsumista. “El consumo responsable nos obliga a tomar responsabilidades individuales y colectivas. Las posibilidades que tenemos como sociedad sobre las decisiones que tomamos como consumidores son muy relevantes; al mirar nuestro contexto medioambiental y social podemos darnos cuenta de que somos capaces de generar un doble impacto”, asegura la sicóloga y especialista en antropología alimentaria Alejandra Naranjo.

3. Aunque tienen múltiples apellidos: slow, consciente, minimalista, etc., estos movimientos comparten como denominador común el deseo de bajarse del carro del consumismo sin reflexión y vivir una vida más conectada con el futuro del planeta. Bajo los principios de cooperación, respeto, sustentabilidad y gratitud ofrecen devolver a la sociedad un balance más natural y en sincronía con el medioambiente. “El movimiento slow llama por distintas vías a detenerse. Mirar los objetos, entender su historia y darse cuenta de que para producir un alimento o una prenda se necesitan recursos que son limitados y que hoy se están gastando indiscriminadamente”, asegura la sicóloga Pilar Navarro, voluntaria en el movimiento ciudadano DiscoSopa, que busca generar conciencia sobre el alarmante desperdicio de alimentos.

Un pequeñísimo basurero

4. Aunque asegura que el proceso fue lento, el resultado no deja de ser impresionante. La bloguera estadounidense Lauren Singer guarda la basura que ha producido, durante 4 años, en un jarro mediano. Cuando el promedio de generación de basura de un chileno promedio es de 1 kilo al día su hazaña parece aún más increíble. “No fue tan difícil como lo pensé. Partí con lo básico: dejé las bolsas plásticas, las bombillas, los cubiertos desechables… y de ahí seguí con los envoltorios. Fue una serie de pequeños cambios que me permitieron generar cada vez menos basura hasta llegar al punto en que estoy hoy, donde prácticamente no produzco residuos y, claro, no consumo ningún producto que los contenga”, asegura al teléfono desde su departamento en Nueva York.

5. Algo que aplica en sus productos de belleza, los que fabrica con sus manos y solo con ingredientes naturales; también en su clóset, donde toda la ropa es de segunda mano, y en su cartera, donde siempre lleva cubiertos, una taza y, si sabe que tendrá que comer al paso, un jarro de vidrio con su comida. Ella es parte de un movimiento que también se conoce como ‘minimalista’ o ‘zero waste’6, y que ya no ve en el reciclaje una solución para generar una sociedad menos contaminada, sino que apuesta por generar la menor (o ninguna) cantidad de residuos para cambiar la situación desde su base.

Nada se pierde, todo se mastica

6. En la cocina el movimiento slow tiene diferentes manifestaciones. Pero los principios que la sustentan son dos: disfrutar y aprovechar, y van de la mano, como asegura la directora de RecuperaLab, Alejandra Naranjo: “para nosotros la recuperación no solo es reaprovechar alimentos que están a punto de irse a la basura, sino también recuperar lo colectivo de reunirse en una mesa. Que comer no sea un trámite. Eso permite apreciar más los ingredientes y relacionarse de manera distinta con los alimentos”. Ese vínculo, explica, nos obliga como consumidores a asumir la responsabilidad que nos corresponde en la cadena alimentaria. “Porque en el trabajo de concientizar y educar para co-crear soluciones que realizamos en RecuperaLab nos hemos dado cuenta de que se pierde comida en todo ámbito: desde el productor hasta los restaurantes”, agrega.

7. En esa misma cruzada está Pilar Navarro, desde el movimiento DiscoSopa. “Para nosotros el movimiento de slow life7 o slow food8 tiene que ver con darse el tiempo de parar y ver las cosas en su amplitud. Nos obliga a mirar esta comida que antes creíamos que era basura, pero que no lo es”, explica. Para crear esa conciencia realiza eventos ciudadanos abiertos, que invitan a utilizar ingredientes que otros han desechado, pero que son perfectamente aprovechables y deliciosos.

8. Desde la vereda de los cocineros, Nico Decarli, de la plataforma Simple y Vivo, adhiere también a las ideas base de la cocina slow. “Para mí significa la comida hecha en casa, con dedicación, intención y goce. Se respeta el medioambiente y se aprecia el alimento, su origen y calidad. Olvidar las distracciones como la televisión o el trabajo, disfrutar de la compañía y un entorno en armonía. Yo aporto enseñando y creando conciencia sobre este estilo de vida a través de las clases de cocina con Simple y Vivo, buscando y utilizando alimentos que respeten el medioambiente, rescatando lo que desperdicia el mercado, innovando y compartiendo en la cocina”, asegura.»

Josefina Strahovsky, La nueva vida lenta, extraído de
http://www.revistamujer.cl/2016/08/07/01/contenido/la-nueva-vida-lenta.shtml/

6 Cero basura.
7 Vida lenta.
8 Alimentación lenta. 

Según el cuarto y quinto párrafos, ¿qué quiere demostrar Lauren Singer a través de sus acciones?

A)

Que la elaboración artesanal de productos se puede lograr respetando el medioambiente.

B)

Que la base del ‘minimalismo’ es el cuidado del medioambiente y la preocupación por una sociedad contaminada.

C)

Que las sociedades menos contaminadas y con menos residuos se pueden construir a partir de prácticas de reciclaje.

D)

Que la solución a los problemas medioambientales es la producción de menos residuos en la sociedad.

E)

Que la reutilización de productos permite reducir considerablemente la cantidad de residuos que una persona produce durante 4 años.

Compresión Lectora
Provenientes de los Medios Masivos De Comunicación

Artículo escrito por Josefina Strahovsky, publicado en revistamujer.cl el 7 de agosto del 2016.

La nueva vida lenta

1. «Vivir sin champú, reutilizando cada ingrediente del refrigerador o simplemente no comprando ninguna prenda nueva. Una cada vez más popular perspectiva se está apoderando del movimiento slow (lento), llevando a más personas a vivir una vida consciente donde más que ‘reciclar’ se apuesta a vivir sin generar residuos. ¿Se puede? Según los convencidos, no es tan difícil como parece.

2. Que nada se pierde, todo se transforma. Lamentablemente este principio ―uno de los conceptos clave de la Ley de la Conservación de la Materia― parece no aplicar en la actual sociedad de consumo. Hoy todo lo que se produce y utiliza tiene un destino cuyo impacto muchos deciden ignorar, pero que definitivamente está generando innegables consecuencias negativas tanto en el medioambiente como en la calidad de vida. Y nada se transforma si es que no hay alguien que se haga cargo. Esa es la premisa detrás de los cada vez más masivos movimientos sociales de personas que deciden hacerse responsables del destino no solo de los productos que consumen, sino también de las decisiones alimentarias que toman, asumiendo que pequeñas acciones sí pueden hacer una diferencia y aminorar las consecuencias que tiene el actual estilo de vida hiperconsumista. “El consumo responsable nos obliga a tomar responsabilidades individuales y colectivas. Las posibilidades que tenemos como sociedad sobre las decisiones que tomamos como consumidores son muy relevantes; al mirar nuestro contexto medioambiental y social podemos darnos cuenta de que somos capaces de generar un doble impacto”, asegura la sicóloga y especialista en antropología alimentaria Alejandra Naranjo.

3. Aunque tienen múltiples apellidos: slow, consciente, minimalista, etc., estos movimientos comparten como denominador común el deseo de bajarse del carro del consumismo sin reflexión y vivir una vida más conectada con el futuro del planeta. Bajo los principios de cooperación, respeto, sustentabilidad y gratitud ofrecen devolver a la sociedad un balance más natural y en sincronía con el medioambiente. “El movimiento slow llama por distintas vías a detenerse. Mirar los objetos, entender su historia y darse cuenta de que para producir un alimento o una prenda se necesitan recursos que son limitados y que hoy se están gastando indiscriminadamente”, asegura la sicóloga Pilar Navarro, voluntaria en el movimiento ciudadano DiscoSopa, que busca generar conciencia sobre el alarmante desperdicio de alimentos.

Un pequeñísimo basurero

4. Aunque asegura que el proceso fue lento, el resultado no deja de ser impresionante. La bloguera estadounidense Lauren Singer guarda la basura que ha producido, durante 4 años, en un jarro mediano. Cuando el promedio de generación de basura de un chileno promedio es de 1 kilo al día su hazaña parece aún más increíble. “No fue tan difícil como lo pensé. Partí con lo básico: dejé las bolsas plásticas, las bombillas, los cubiertos desechables… y de ahí seguí con los envoltorios. Fue una serie de pequeños cambios que me permitieron generar cada vez menos basura hasta llegar al punto en que estoy hoy, donde prácticamente no produzco residuos y, claro, no consumo ningún producto que los contenga”, asegura al teléfono desde su departamento en Nueva York.

5. Algo que aplica en sus productos de belleza, los que fabrica con sus manos y solo con ingredientes naturales; también en su clóset, donde toda la ropa es de segunda mano, y en su cartera, donde siempre lleva cubiertos, una taza y, si sabe que tendrá que comer al paso, un jarro de vidrio con su comida. Ella es parte de un movimiento que también se conoce como ‘minimalista’ o ‘zero waste’6, y que ya no ve en el reciclaje una solución para generar una sociedad menos contaminada, sino que apuesta por generar la menor (o ninguna) cantidad de residuos para cambiar la situación desde su base.

Nada se pierde, todo se mastica

6. En la cocina el movimiento slow tiene diferentes manifestaciones. Pero los principios que la sustentan son dos: disfrutar y aprovechar, y van de la mano, como asegura la directora de RecuperaLab, Alejandra Naranjo: “para nosotros la recuperación no solo es reaprovechar alimentos que están a punto de irse a la basura, sino también recuperar lo colectivo de reunirse en una mesa. Que comer no sea un trámite. Eso permite apreciar más los ingredientes y relacionarse de manera distinta con los alimentos”. Ese vínculo, explica, nos obliga como consumidores a asumir la responsabilidad que nos corresponde en la cadena alimentaria. “Porque en el trabajo de concientizar y educar para co-crear soluciones que realizamos en RecuperaLab nos hemos dado cuenta de que se pierde comida en todo ámbito: desde el productor hasta los restaurantes”, agrega.

7. En esa misma cruzada está Pilar Navarro, desde el movimiento DiscoSopa. “Para nosotros el movimiento de slow life7 o slow food8 tiene que ver con darse el tiempo de parar y ver las cosas en su amplitud. Nos obliga a mirar esta comida que antes creíamos que era basura, pero que no lo es”, explica. Para crear esa conciencia realiza eventos ciudadanos abiertos, que invitan a utilizar ingredientes que otros han desechado, pero que son perfectamente aprovechables y deliciosos.

8. Desde la vereda de los cocineros, Nico Decarli, de la plataforma Simple y Vivo, adhiere también a las ideas base de la cocina slow. “Para mí significa la comida hecha en casa, con dedicación, intención y goce. Se respeta el medioambiente y se aprecia el alimento, su origen y calidad. Olvidar las distracciones como la televisión o el trabajo, disfrutar de la compañía y un entorno en armonía. Yo aporto enseñando y creando conciencia sobre este estilo de vida a través de las clases de cocina con Simple y Vivo, buscando y utilizando alimentos que respeten el medioambiente, rescatando lo que desperdicia el mercado, innovando y compartiendo en la cocina”, asegura.»

Josefina Strahovsky, La nueva vida lenta, extraído de
http://www.revistamujer.cl/2016/08/07/01/contenido/la-nueva-vida-lenta.shtml/

6 Cero basura.
7 Vida lenta.
8 Alimentación lenta. 

¿Qué afirma Pilar Navarro acerca del movimiento slow?

A)

Que espera aminorar los efectos del consumismo en la sociedad actual.

B)

Que considera el arte culinario como una iniciativa medioambiental.

C)

Que pretende reciclar y generar acciones medioambientales.

D)

Que invita a la reflexión sobre uso de los recursos naturales limitados.

E)

Que convoca a la sociedad actual a ser minimalista y transformadora.

Compresión Lectora
Provenientes de los Medios Masivos De Comunicación

Artículo escrito por Josefina Strahovsky, publicado en revistamujer.cl el 7 de agosto del 2016.

La nueva vida lenta

1. «Vivir sin champú, reutilizando cada ingrediente del refrigerador o simplemente no comprando ninguna prenda nueva. Una cada vez más popular perspectiva se está apoderando del movimiento slow (lento), llevando a más personas a vivir una vida consciente donde más que ‘reciclar’ se apuesta a vivir sin generar residuos. ¿Se puede? Según los convencidos, no es tan difícil como parece.

2. Que nada se pierde, todo se transforma. Lamentablemente este principio ―uno de los conceptos clave de la Ley de la Conservación de la Materia― parece no aplicar en la actual sociedad de consumo. Hoy todo lo que se produce y utiliza tiene un destino cuyo impacto muchos deciden ignorar, pero que definitivamente está generando innegables consecuencias negativas tanto en el medioambiente como en la calidad de vida. Y nada se transforma si es que no hay alguien que se haga cargo. Esa es la premisa detrás de los cada vez más masivos movimientos sociales de personas que deciden hacerse responsables del destino no solo de los productos que consumen, sino también de las decisiones alimentarias que toman, asumiendo que pequeñas acciones sí pueden hacer una diferencia y aminorar las consecuencias que tiene el actual estilo de vida hiperconsumista. “El consumo responsable nos obliga a tomar responsabilidades individuales y colectivas. Las posibilidades que tenemos como sociedad sobre las decisiones que tomamos como consumidores son muy relevantes; al mirar nuestro contexto medioambiental y social podemos darnos cuenta de que somos capaces de generar un doble impacto”, asegura la sicóloga y especialista en antropología alimentaria Alejandra Naranjo.

3. Aunque tienen múltiples apellidos: slow, consciente, minimalista, etc., estos movimientos comparten como denominador común el deseo de bajarse del carro del consumismo sin reflexión y vivir una vida más conectada con el futuro del planeta. Bajo los principios de cooperación, respeto, sustentabilidad y gratitud ofrecen devolver a la sociedad un balance más natural y en sincronía con el medioambiente. “El movimiento slow llama por distintas vías a detenerse. Mirar los objetos, entender su historia y darse cuenta de que para producir un alimento o una prenda se necesitan recursos que son limitados y que hoy se están gastando indiscriminadamente”, asegura la sicóloga Pilar Navarro, voluntaria en el movimiento ciudadano DiscoSopa, que busca generar conciencia sobre el alarmante desperdicio de alimentos.

Un pequeñísimo basurero

4. Aunque asegura que el proceso fue lento, el resultado no deja de ser impresionante. La bloguera estadounidense Lauren Singer guarda la basura que ha producido, durante 4 años, en un jarro mediano. Cuando el promedio de generación de basura de un chileno promedio es de 1 kilo al día su hazaña parece aún más increíble. “No fue tan difícil como lo pensé. Partí con lo básico: dejé las bolsas plásticas, las bombillas, los cubiertos desechables… y de ahí seguí con los envoltorios. Fue una serie de pequeños cambios que me permitieron generar cada vez menos basura hasta llegar al punto en que estoy hoy, donde prácticamente no produzco residuos y, claro, no consumo ningún producto que los contenga”, asegura al teléfono desde su departamento en Nueva York.

5. Algo que aplica en sus productos de belleza, los que fabrica con sus manos y solo con ingredientes naturales; también en su clóset, donde toda la ropa es de segunda mano, y en su cartera, donde siempre lleva cubiertos, una taza y, si sabe que tendrá que comer al paso, un jarro de vidrio con su comida. Ella es parte de un movimiento que también se conoce como ‘minimalista’ o ‘zero waste’6, y que ya no ve en el reciclaje una solución para generar una sociedad menos contaminada, sino que apuesta por generar la menor (o ninguna) cantidad de residuos para cambiar la situación desde su base.

Nada se pierde, todo se mastica

6. En la cocina el movimiento slow tiene diferentes manifestaciones. Pero los principios que la sustentan son dos: disfrutar y aprovechar, y van de la mano, como asegura la directora de RecuperaLab, Alejandra Naranjo: “para nosotros la recuperación no solo es reaprovechar alimentos que están a punto de irse a la basura, sino también recuperar lo colectivo de reunirse en una mesa. Que comer no sea un trámite. Eso permite apreciar más los ingredientes y relacionarse de manera distinta con los alimentos”. Ese vínculo, explica, nos obliga como consumidores a asumir la responsabilidad que nos corresponde en la cadena alimentaria. “Porque en el trabajo de concientizar y educar para co-crear soluciones que realizamos en RecuperaLab nos hemos dado cuenta de que se pierde comida en todo ámbito: desde el productor hasta los restaurantes”, agrega.

7. En esa misma cruzada está Pilar Navarro, desde el movimiento DiscoSopa. “Para nosotros el movimiento de slow life7 o slow food8 tiene que ver con darse el tiempo de parar y ver las cosas en su amplitud. Nos obliga a mirar esta comida que antes creíamos que era basura, pero que no lo es”, explica. Para crear esa conciencia realiza eventos ciudadanos abiertos, que invitan a utilizar ingredientes que otros han desechado, pero que son perfectamente aprovechables y deliciosos.

8. Desde la vereda de los cocineros, Nico Decarli, de la plataforma Simple y Vivo, adhiere también a las ideas base de la cocina slow. “Para mí significa la comida hecha en casa, con dedicación, intención y goce. Se respeta el medioambiente y se aprecia el alimento, su origen y calidad. Olvidar las distracciones como la televisión o el trabajo, disfrutar de la compañía y un entorno en armonía. Yo aporto enseñando y creando conciencia sobre este estilo de vida a través de las clases de cocina con Simple y Vivo, buscando y utilizando alimentos que respeten el medioambiente, rescatando lo que desperdicia el mercado, innovando y compartiendo en la cocina”, asegura.»

Josefina Strahovsky, La nueva vida lenta, extraído de
http://www.revistamujer.cl/2016/08/07/01/contenido/la-nueva-vida-lenta.shtml/

6 Cero basura.
7 Vida lenta.
8 Alimentación lenta. 

¿Cuál es el objetivo de citar a la bloguera Lauren Singer en el cuarto párrafo?

A)

Ejemplificar un procedimiento que permite generar menos residuos.

B)

Exponer la preocupación de los neoyorquinos por el medioambiente.

C)

Explicar el funcionamiento del movimiento slow en Nueva York.

D)

Expresar las ventajas de las personas que han dejado de ser consumistas.

E)

Ilustrar la sencillez con que las personas pueden reciclar en sus casas.

Compresión Lectora
Provenientes de los Medios Masivos De Comunicación

Artículo escrito por Josefina Strahovsky, publicado en revistamujer.cl el 7 de agosto del 2016.

La nueva vida lenta

1. «Vivir sin champú, reutilizando cada ingrediente del refrigerador o simplemente no comprando ninguna prenda nueva. Una cada vez más popular perspectiva se está apoderando del movimiento slow (lento), llevando a más personas a vivir una vida consciente donde más que ‘reciclar’ se apuesta a vivir sin generar residuos. ¿Se puede? Según los convencidos, no es tan difícil como parece.

2. Que nada se pierde, todo se transforma. Lamentablemente este principio ―uno de los conceptos clave de la Ley de la Conservación de la Materia― parece no aplicar en la actual sociedad de consumo. Hoy todo lo que se produce y utiliza tiene un destino cuyo impacto muchos deciden ignorar, pero que definitivamente está generando innegables consecuencias negativas tanto en el medioambiente como en la calidad de vida. Y nada se transforma si es que no hay alguien que se haga cargo. Esa es la premisa detrás de los cada vez más masivos movimientos sociales de personas que deciden hacerse responsables del destino no solo de los productos que consumen, sino también de las decisiones alimentarias que toman, asumiendo que pequeñas acciones sí pueden hacer una diferencia y aminorar las consecuencias que tiene el actual estilo de vida hiperconsumista. “El consumo responsable nos obliga a tomar responsabilidades individuales y colectivas. Las posibilidades que tenemos como sociedad sobre las decisiones que tomamos como consumidores son muy relevantes; al mirar nuestro contexto medioambiental y social podemos darnos cuenta de que somos capaces de generar un doble impacto”, asegura la sicóloga y especialista en antropología alimentaria Alejandra Naranjo.

3. Aunque tienen múltiples apellidos: slow, consciente, minimalista, etc., estos movimientos comparten como denominador común el deseo de bajarse del carro del consumismo sin reflexión y vivir una vida más conectada con el futuro del planeta. Bajo los principios de cooperación, respeto, sustentabilidad y gratitud ofrecen devolver a la sociedad un balance más natural y en sincronía con el medioambiente. “El movimiento slow llama por distintas vías a detenerse. Mirar los objetos, entender su historia y darse cuenta de que para producir un alimento o una prenda se necesitan recursos que son limitados y que hoy se están gastando indiscriminadamente”, asegura la sicóloga Pilar Navarro, voluntaria en el movimiento ciudadano DiscoSopa, que busca generar conciencia sobre el alarmante desperdicio de alimentos.

Un pequeñísimo basurero

4. Aunque asegura que el proceso fue lento, el resultado no deja de ser impresionante. La bloguera estadounidense Lauren Singer guarda la basura que ha producido, durante 4 años, en un jarro mediano. Cuando el promedio de generación de basura de un chileno promedio es de 1 kilo al día su hazaña parece aún más increíble. “No fue tan difícil como lo pensé. Partí con lo básico: dejé las bolsas plásticas, las bombillas, los cubiertos desechables… y de ahí seguí con los envoltorios. Fue una serie de pequeños cambios que me permitieron generar cada vez menos basura hasta llegar al punto en que estoy hoy, donde prácticamente no produzco residuos y, claro, no consumo ningún producto que los contenga”, asegura al teléfono desde su departamento en Nueva York.

5. Algo que aplica en sus productos de belleza, los que fabrica con sus manos y solo con ingredientes naturales; también en su clóset, donde toda la ropa es de segunda mano, y en su cartera, donde siempre lleva cubiertos, una taza y, si sabe que tendrá que comer al paso, un jarro de vidrio con su comida. Ella es parte de un movimiento que también se conoce como ‘minimalista’ o ‘zero waste’6, y que ya no ve en el reciclaje una solución para generar una sociedad menos contaminada, sino que apuesta por generar la menor (o ninguna) cantidad de residuos para cambiar la situación desde su base.

Nada se pierde, todo se mastica

6. En la cocina el movimiento slow tiene diferentes manifestaciones. Pero los principios que la sustentan son dos: disfrutar y aprovechar, y van de la mano, como asegura la directora de RecuperaLab, Alejandra Naranjo: “para nosotros la recuperación no solo es reaprovechar alimentos que están a punto de irse a la basura, sino también recuperar lo colectivo de reunirse en una mesa. Que comer no sea un trámite. Eso permite apreciar más los ingredientes y relacionarse de manera distinta con los alimentos”. Ese vínculo, explica, nos obliga como consumidores a asumir la responsabilidad que nos corresponde en la cadena alimentaria. “Porque en el trabajo de concientizar y educar para co-crear soluciones que realizamos en RecuperaLab nos hemos dado cuenta de que se pierde comida en todo ámbito: desde el productor hasta los restaurantes”, agrega.

7. En esa misma cruzada está Pilar Navarro, desde el movimiento DiscoSopa. “Para nosotros el movimiento de slow life7 o slow food8 tiene que ver con darse el tiempo de parar y ver las cosas en su amplitud. Nos obliga a mirar esta comida que antes creíamos que era basura, pero que no lo es”, explica. Para crear esa conciencia realiza eventos ciudadanos abiertos, que invitan a utilizar ingredientes que otros han desechado, pero que son perfectamente aprovechables y deliciosos.

8. Desde la vereda de los cocineros, Nico Decarli, de la plataforma Simple y Vivo, adhiere también a las ideas base de la cocina slow. “Para mí significa la comida hecha en casa, con dedicación, intención y goce. Se respeta el medioambiente y se aprecia el alimento, su origen y calidad. Olvidar las distracciones como la televisión o el trabajo, disfrutar de la compañía y un entorno en armonía. Yo aporto enseñando y creando conciencia sobre este estilo de vida a través de las clases de cocina con Simple y Vivo, buscando y utilizando alimentos que respeten el medioambiente, rescatando lo que desperdicia el mercado, innovando y compartiendo en la cocina”, asegura.»

Josefina Strahovsky, La nueva vida lenta, extraído de
http://www.revistamujer.cl/2016/08/07/01/contenido/la-nueva-vida-lenta.shtml/

6 Cero basura.
7 Vida lenta.
8 Alimentación lenta. 

Según el texto leído, ¿qué se puede afirmar respecto de los seguidores del movimiento slow?

A)

Que se preocupan por generar conciencia en la industria alimentaria.

B)

Que buscan innovar en las técnicas de producción de la sociedad de consumo.

C)

Que tratan de vivir sin generar grandes cantidades de residuos.

D)

Que consumen alimentos producidos en armonía con el medioambiente.

E)

Que buscan nuevas estrategias de reciclaje para ayudar al medioambiente.

Compresión Lectora
Provenientes de los Medios Masivos De Comunicación

Columna de opinión escrita por Paola Vasconi, publicada en blog de La Tercera el 21 de abril de 2011.

Día de la Tierra: un poco de historia y reflexión

1. «Este 22 de abril, como todos los años desde 1970 se celebra el Día Mundial de la Tierra. Un día especial que permite crear y ampliar la conciencia ciudadana sobre la necesidad de proteger el patrimonio ambiental mundial. Lo que un día fuera tarea de unos pocos, dedicados principalmente a la conservación, hoy se ha convertido en tarea de muchos preocupados por el entorno en que vivimos. Y es que, a propósito del cambio climático, de la destrucción del patrimonio ambiental local, nacional, regional y mundial, de innumerables episodios de contaminación y/o de conflictos ambientales locales, regionales o mundiales, cada vez más personas se están dando cuenta que de seguir con el modelo de desarrollo actual, que depreda los recursos naturales, que no se preocupa ni protege el patrimonio natural y ambiental de este maravilloso planeta llamado Tierra, se está poniendo en serio riesgo la vida de los seres humanos tal y como hoy la conocemos.

2. Todo partió en 1962 cuando el senador y activista ambiental estadounidense Gaylord Nelson, inició una cruzada para que el tema ambiental formara parte de la agenda gubernamental del presidente Kennedy. La idea fundamental del senador Nelson era llegar a tener un día destinado a la celebración, una gran manifestación popular donde las personas de todos los rincones del país pudieran expresar su preocupación por el manejo que al interior de Estados Unidos se le estaba dando a la temática ambiental. Un día en el país especialmente dedicado a la discusión nacional ambiental.

3. Esta iniciativa vio sus frutos el 22 de abril de 1970, más de veinte millones de personas se movilizaron estableciendo en distintas localidades de Estados Unidos una plataforma de difusión y discusión sobre el medio ambiente y sus principales problemas. Ese mismo año, producto de la presión social, el gobierno de Nixon creó la Agencia de Protección Medio Ambiental (EPA en sus siglas en inglés), entidad dedicada a proteger el medio ambiente y la salud pública. Paralelamente, el Congreso norteamericano promulgó el Acta del Aire Limpio (Clean Air Act) con la finalidad de establecer estándares seguros sobre la calidad del aire y las emisiones de contaminantes.

4. Desde ese 22 de abril 1970, con altos y bajos a lo largo de estas cuatro décadas, el Día de la Tierra se ha internacionalizado convirtiéndose en un momento para evaluar los problemas medioambientales del planeta, como son: la contaminación del aire, agua y suelos; la destrucción de ecosistemas; los cientos de miles de plantas y especies animales amenazadas, y el agotamiento de recursos no renovables. Pero también en un día para proponer y promover las soluciones que permitan paliar y/o eliminar los efectos negativos de las actividades humanas y las políticas que permitan reorientar el llamado desarrollo. En esto, un rol preponderante lo han jugado los movimientos y las organizaciones ambientales a lo largo del mundo, quienes con sus diversas acciones han logrado concientizar a gobiernos y a la sociedad civil sobre la magnitud de los problemas que afectan al medio ambiente a nivel mundial y la necesidad de avanzar hacia un modelo distinto de desarrollo. Un hito importante se alcanzó en 1992, cuando en Río de Janeiro se celebró la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente. De ella emanó la Carta de la Tierra, la Agenda 21, varios convenios y documentos para promover el desarrollo sostenible y el cuidado del medioambiente. Sin embargo, hasta ahora, esto no se ha traducido en una acción decidida por parte de los gobiernos en el sentido de iniciar un proceso que permita cambiar el rumbo, de manera de construir un mundo más justo, seguro, próspero y sostenible.

5. El Día de la Tierra, que empezó en 1970 como un movimiento de protesta, ha evolucionado hacia una celebración global del medio ambiente y de nuestro compromiso con su protección. La historia del Día de la Tierra refleja el crecimiento de la conciencia ambiental en el transcurso del último cuarto de siglo, y el legado del Día de la Tierra es la noción inequívoca de que el medio ambiente hoy día es preocupación de todos».

Columna de opinión de Paola Vasconi, Coordinadora Programa Medio Ambiente de
Fundación Terram, publicada en blog de La Tercera.

¿Cuál es la actitud que adopta la autora respecto de la celebración del Día Mundial de la Tierra?

A)

Reflexiva

B)

Pasiva

C)

Festiva

D)

Admirativa

E)

Crítica